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Confusiones Cotidianas

Blog literario de Patricio G. Bazán

Categoría

televisión

>Distensión

>La pesadilla de todo empleado un viernes a última hora:

«Adónde va?»

Buen Fin de Semana.

Final de Juego


Terremotos. Tsunamis. Trombas marinas. Tormentas Perfectas. Plagas y enfermedades nuevas. Señales que anuncian un Apocalipsis inminente. El fin del mundo (o del mundo según lo conocemos, que no es lo mismo) pareciera estar a la vuelta de la esquina, y nosotros no sabemos bien qué hay que hacer. Cómo conducirse, digo.
Para no quedar como un perfecto imbécil aullante y desorientado, desde este espacio proponemos algunos consejos y medidas a tomar, no sea cosa que la Fin del Mundo nos alcance (y yo con estas mechas!).

Amor Fati
El formato «reality» televisivo nos ha enseñado que hay que mostrar los sentimientos en cámara. Así, en un documental del Discovery Channel sobre la iguana rayada del Cáucaso veremos un primer plano del conductor llorando emocionado por una puesta de sol, o nos enteraremos de que el camarógrafo se tira pedos dentro de la carpa, haciendo muy difícil la convivencia del equipo. Bien, un verdadero superviviente no llora en cámara jamás, aunque se le esté derritiendo un glaciar sobre la cabeza. Sonreirá irónicamente, dirá alguna frase ingeniosa y, con una actitud espiritualmente elegante, aceptará (o no) su destino final. Al igual que los músicos del Titanic, nos arreglaremos el frac y seguiremos con lo nuestro. No sea cosa que no sea EL fin del mundo y pasemos a la historia como unos sujetos pusilánimes y plañideros.

Homo Ludens
Dice el refrán que la necesidad es la madre de la inventiva. Ya que esta nave se va al garete, no estaría mal apelar al cacumen para disfrutar el poco tiempo que nos queda. Organización de eventos masivos, propuestas de nuevas religiones, anuncios sobre nuevas formas de goce (del que quieran) ayudan a salir de ese malsano círculo de noria de los informativos actuales. ¿Qué mejor para terminar la vida que apagar la tele y salir a jugar a la escondida con miles de participantes?

Carpe Diem
¿Qué es lo que sabemos de los fantasmas? Que son las almas de los que tienen cuentas pendientes aquí en la Tierra. Que es lo que nos pasaría si dejáramos todo para mañana y sobreviniera la hecatombe. Entonces, si no queremos pasar la eternidad tratando de completar la colección de estampillas, arreglar aquella lámpara que encendía de a ratos o llamar a ese viejo conocido del Liceo para ver si aún vive, conviene dejar todo terminado, listo y organizado para la Mudanza Final. Manos a la obra y armemos una lista de proyectos pendientes.

Finale
Si, a pesar de todos nuestros recaudos, el Armageddon nos pilla de sorpresa y con las patas sin lavar, no nos dejemos ganar por el pánico. Si una cosa aprendimos de Hollywood, es que nada nos pasará a menos que le mostremos a alguien la foto de nuestra familia…

Las Formas y el Fondo

En estos días hemos presenciado un capítulo más de la longeva serie nacional «Dicotomías Absurdas y Funcionales», protagonizada por casi todos nosotros y producida por los mismos realizadores de «CFK vs. El Campo», «Ley de Medios K: La Mordaza Asesina» y «El Juego del Miedo: Inseguridad Mortal».
Este episodio (Keep on Suckin Motha Fucka!) ha presentado una nueva polémica innecesaria: «Lo banco al Diego» vs «Es un drogón impresentable».
En general – y que nadie se ofenda, eh? – el mediopelo argentino está en contra de Maradona, del exabrupto en particular y de los malos modos en general, de lo mal que nos hace quedar ante las visitas; a favor del Toti Pasman, tan joven y pulcro él, y del pobre periodismo tilingo que arma revuelo por cualquier idiotez.

Y vos, chabón, ¿de qué lado estás?
Porque es cuestión de lados, indudablemente. Y que sólo sean dos, eh? Si cuestionás al periodismo deportivo por alcahuete y chimentero, estás a favor del Diego. Y te lo preguntan con la vena del cuello sassí de hinchada y lo jojo salido pa’fuera. Todo un cuadro, vea... Y uno, que no tiene ganas de batallar por causas de cartón pintado y está empezando a cansarse de esta polarización artificial impuesta por los vendedores de viento, se ve zarandeado de aquí por allá sin el menor respeto, cuestionado por gentes que raramente han tenido una idea original en su vida, y señalado con desdén por los mismos que se atiborran a diario con enormes dosis de TN, Indiscreciones y «La Kermesse de los Sábados». No es justo.

Aullando entre relámpagos
La mejor reflexión que he leído sobre este fenomenoide ha sido esta entrada, y por mi parte quisiera añadir el audio de un programa de Dolina que se emitió hace unas noches, y que trata sobre este manoseado tema de tomar partido.

Por si no se puede apreciar esto último, permítaseme incluir la transcripción del audio.

«Una oyente me dice: ‘Estimado Dolina, ¿ya no defiende más a Maradona? ¿O acaso ya no hay ningún Sargento Cruz? Vea: Ud. ayudó a alimentar al monstruo que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial. Cordialmente. Ingrid Hammer'»

«Mi respuesta es SÍ. Yo he resuelto -después de un extravío- bancar a Maradona en esto. ¿Sabe por qué? Por personas como usted. La indignación burguesa que sucedió al exabrupto de Maradona fue totalmente patética y asqueante. Un mundo totalmente hipócrita, el mundo de la radio, donde se escucha eso mismo que Diego dijo bajo emoción violenta, pero libreteado (y en la televisión ni hablemos), ese mundo se indignó. Esos tipos se indignaron. Y esa indignación burguesa me hace ponerme inmediatamente en la vereda de enfrente.
«Y lo que un tipo dijo, obnubilado por el momento, por la emoción, por su propia historia, y por su propia condición, después fue repetido ad nauseam por todos los noticieros, con subrayados, subtitulados, duplicaciones, ampliaciones y circulación por Internet, por tipos que no estaban ni obnubilados, ni en estado de emoción violenta, ni perturbados por ninguna cosa, sino que lo planearon diecinueve mil veces. Esos tipos ahora se ponen en la superioridad moral de preguntarme a mí si lo defiendo a Maradona. Bueno, sí, lo defiendo. Si es contra ustedes, lo defiendo. Lo defiendo totalmente.
«Y eso de ‘que tan bien nos hace quedar ante la prensa mundial’… ¡Cipayos provincianos que quieren quedar bien con sus supuestos amos europeos! ¡Yo no tengo ningún interés en quedar bien ante la prensa mundial! ¡No es ésa nuestra obligación! ¿Qué tenemos que quedar bien ante nadie? ¿Ante quiénes? ¿Ante gobiernos que aniquilan a sus enemigos? ¿Ante quién tenemos que quedar bien? ¿Dónde esta la Fiscalía del Universo? ¿Dónde está la reserva moral de la Humanidad? ¿En Estados Unidos? ¿En Europa? ¡Déjeme que me muera de risa, Ingrid Hammer!
«Y otra cosa: muchas veces, pero muchas, en los medios se dicen cosas muy interesantes. Yo he escuchado casi revelaciones, a veces, dichas por tipos a los que yo admiro mucho. A veces son intelectuales, como, no sé, el finado Casullo, o Dubati, o José Pablo Feinmann, tipos que realmente tienen un pensamiento interesante. Otras veces son artistas, o incluso locutores, del calibre de Larrea, o de Carrizo, tipos que por ahí dicen cosas que te hacen decir «pero mirá que bien pensó éste». Bueno, a esos NUNCA, nunca los vi duplicados en los noticieros, con subtitulados y subrayados. No los vi nunca porque a esta gente no le interesa el pensamiento ni la inteligencia, le interesa la BASURA. Y entonces Maradona dice esto y ellos lo repiten ciento diez mil veces. Eso es un asco.
«Así que ¿a qué jugamos? ¿Qué es esto? ¿Qué es esto de indignarse, de enojarse y de sorprenderse? Lo dice un Senador de la Nación, y es un piola. Lo dice Maradona, y aparece todo el racismo, todo el desprecio por los pobres, aparecen los de siempre, los muchachos de siempre, a indignarse: ¡oh, la cultura! ¡Nuestro embajador! ¿Qué embajador? Es Diego Maradona, viejo. Los que tienen que ser cultos son ustedes, no él. Él tiene que dirigir la Selección de Fútbol, y si lo eligieron a él, bueno, es ése, y no Pancho Ibáñez.
«Así que sí, lo defiendo a Maradona. Ante usted lo voy a defender siempre».

Entonces, si de tomar partido se trata (aunque uno no haya tenido tiempo de interiorizarse sobre el particular), será cuestión de emplear un viejo axioma, que dice así: Jamás me sentaría a tu mesa. Ej.: Si Fulano defiende a Mengano, entonces me cruzo de vereda junto a Zutano, porque con Fulano jamás me sentaría a comer.
Reconozco que como método es un poco arriesgado, porque se basa en juegos de alianzas temporales. ¿Y qué hago yo si mañana Zutano se manda una trastada?
Peor aún, ¿soy lo suficientemente digno como para juzgar a Fulano, Mengano y Zutano?

El aullido de los perros apaleados
Esto es un punto interesante. Un tipo se ofende con otro por sus dichos (la forma vs. el fondo), pero resulta que el ofendido le debe guita a sus empleados, o está colgado del cable, o se queda con algún vuelto, o levanta quiniela. ¿Tiene este cristiano entidad moral como para opinar (juzgar, más bien) a su prójimo?
Según los Hechos de los Apóstoles (19: 13-16), algunos exorcistas ambulantes judíos, hicieron la prueba de pronunciar el nombre del Señor Jesús sobre los poseídos por los malos espíritus, diciendo: «Yo los conjuro por el nombre de Jesús, aquél que anuncia Pablo». Un cierto Sevas, Sumo Sacerdote judío, tenía siete hijos que practicaban estos exorcismos. El espíritu malo les respondió: «Yo conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes son?». Y el hombre poseído por el espíritu malo, abalanzándose sobre los exorcistas, los dominó a todos y los maltrató de tal manera que debieron escaparse de esa casa desnudos y cubiertos de heridas.

Hermanos: creo que debemos imitar la actitud insecticida de ese espíritu rebelde: ¿y a vos quién te conoce, piscuí? Y, acto seguido, reducir al polemista improvisado a un informe amasijo sanguinolento. Y se terminó la discusión.

Creo que es el mejor argumento.

El Ojo Inocente

Paulus Potter – The young bull (1647)

En el cuadro de Mark Tansey «La prueba del ojo inocente» se representa un curioso experimento: se le muestra a una vaca el cuadro «Joven toro» de Paulus Potter, considerado durante un tiempo como la cumbre del arte realista, con el objeto de comprobar si el animal cree estar observando un animal aunténtico. ¿Cuál es la realidad? Hay ocasiones en que yo me siento como esa pobre vaca.

Mark Tansey – The Innocent Eye Test (1981)

Paso a explicarme: tras leer la última entrada del excelente blog Antes de la Lluvia, me picó la curiosidad por saber más sobre el conflicto árabe-israelí.
Pobre de mí…
Primero me leí los textos enlazados desde el post; luego Google me llevó a unos y otros, y me pareció que eran similares, que estaba mirando sólo una parte del espectro informativo, así que decidí pastar en campos de la Cole. ¡Gott Meine, están todos meshigene, ebrios de patriot(er)ismo! Cualquier comentario que cuestione los bombardeos a escuelas u otro objetivo civil es histéricamente etiquetado como antijudío, comunista, imbécil, agente de los musulmanes, musulmán, puto, cerebro lavado por Hezbollah, ignorante de mierda, psicobolche, todo esto escrito sin puntuación, con una ortografía del orto y en mayúsculas, como escrito de corrido por una señora indignada e impaciente. Razones, argumentos o respeto a la opinión distinta, nones… Ni hablemos de los medios en idioma inglés: tienen todos un cassette insertado en la cisura Rolando y repiten los mismos argumentos, sin lugar a duda alguna. Incluso se sospecha de la inocencia de las víctimas civiles de Gaza (As a side note, I suggest looking closely at the pictures taken which show the poor, innocent, impoverished, victims in Gaza. You may notice that most of them are surrounded by people with army boots, camoflage clothing, and/or Hamas headwraps. In applying some logic, it would appear that those dead individuals are not as innocent as they may appear given that Hamas, like most guerilla organizations, has uniforms. Thus, if an individual is surrounded by dead Hamas-men, they, too, are not likely to be unafilliated, and thus not a victim). Peor aún, el propio pueblo gazano tiene la culpa (at some point, folks gotta take responsibility for their actions). La víctima engendra al victimario: ¿la Shoah no nos enseñó nada?
Como dato curioso, en casi todos esos blogs sionistas (perdón, pero no sé cómo llamarlos) se aplican los mismos epítetos a aquellos que osan disentir. Los más comunes son intelectuales, progres o izquierdosos (todas sus variantes), colocándose así ellos mismos en una lamentable franja de extrema derecha… ¿Y cómo le llamarán a aquel judío que no concuerde con las directivas del actual gobierno de Israel? ¿Anti-qué? Dijo Daniel Barenboim: «Si el objetivo de la ofensiva es destruir a Hamás, la pregunta más importante es si esto es una meta alcanzable. Si no, los bombardeos no son sólo crueles, bárbaros y reprensibles, sino también absurdos. Si, por otro lado, es realmente posible destruir a Hamás con operaciones militares, ¿cómo imagina Israel la reacción de Gaza después de ello? Un millón y medio de residentes de la Franja no se arrodillarán reverencialmente ante el poderío del ejército israelí. No debemos olvidar que antes de que los palestinos eligieran a Hamás, Israel los apoyaba en una táctica para debilitar a Arafat…»

¿Cuál es la realidad que debo creer? ¿Son los palestinos habitantes originarios de Palestina que luchan por su tierra? ¿Son terroristas disfrazados de niños, ancianos, médicos, maestras, que ocultan arsenales en las escuelas? ¿Quién me prueba a mí todas esas afirmaciones? Acaso, como argentino, ¿debo creer también que todo aquél abatido en 1976 por las fuerzas de seguridad del Proceso era un terrorista? Fácil es atacar primero y presentar pruebas espurias después, llámense armas de destrucción masiva o como quieran. Las bajas civiles son inaceptables, de uno y otro lado. Esto no hay como puedan racionalizarlo, la muerte de mujeres y niños no me la pueden vender a través de ningún argumento.
Si las pocas voces que intentan mantener la cordura, la objetividad y la humanidad son acalladas, ¿quién hablará por los desposeídos?

¿Cuál es la realidad, entonces? ¿Qué es lo que estoy viendo?
Me sospecho que en el fondo, como siempre, se trata del caso de esos grandulones que hacen pelear en la calle a los más chicos, para su diversión y provecho. Y los organismos internacionales, esos vecinos viejos que miran la pelea por las hendijas de la persiana sin intervenir, han demostrado su inutilidad por enésima vez. Y los aliados de EE.UU y los enemigos de EE.UU alientan a uno u otro, según su conveniencia, justificando la pelea. Y nosotros, los pobres pelotudos que gritamos ¡Basta de violencia!, corremos el riesgo de que, encima, nos fajen por comedidos.

Actualización: se recomienda encarecidamente leer este post de Grismar. Salute.

Bárbaros a las Puertas

Siempre se ha argumentado en contra de la televisión que ha terminado con el diálogo familiar en la mesa. Creo que esto es una mentira lisa y llana: la TV no sólo nos da temas de conversación, también nos enseña a conversar.
Los más elementales manuales de buenos modales postulan que jamás se debe hablar en la mesa de política, religión o tópicos desagradables. ¿Y de qué es lo que primero hablan nuestros compañeros de mesa? De política, religión y tópicos desagradables (léase: operaciones con postoperatorios dolorosos, enfermedades infecciosas, divertículos y quistes). Peor aún, ¿quién puede ser tan turro de interrumpirlo o hacerlo callar al tío Roberto, tan buenazo él?
De lo que sí son responsables los medios es del tenor, la calidad y el estilo de las conversaciones. Hoy los noticieros no sólo nos dan el dato, sino que nos enseñan cómo asimilarlo, cómo reaccionar; haciendo una burda analogía, digamos que ya no se limitan a darnos comida: también la mastican y depositan esa papilla humeante sobre un plato para que comamos. Sí, como Jeff Goldblum en La Mosca (1986). Puaaaj.
Sin ir más lejos, el infame Jorge Pizarro (Canal 9) presenta cada mediodía las más terribles noticias policiales con violines de fondo, lágrimas y arrebatos de indignación, apelando más a las vísceras que al cerebro (sin olvidarnos de la nota sobre animalitos o niños imperfectos que salen adelante motivados por el Amor!). No sólo me cuentan que al noble y honrado kiosquero lo asesinó un pibe chorro y drogadepto, sino que además lo hizo frente a su inocente hijito. Y ese tipo de materia fermentada alimenta a nuestros familiares y conocidos y se regurgita – ya muy distinta de su forma original – sobre las mesas de todos los argentinos.
Gracias a Dios, puedo elegir no ver a Tinelli, la señal de cable TN o los programas de chimentos (que esa parece ser la materia prima de los pensamientos del argentino promedio), pero no puedo evitar los comentarios de aquellas personas que me rodean y disfrutan de ese material. ¿Cómo contengo esa invasión? A esta altura ya se me cansan los brazos de sostener la lanza, los molinos multiplican sus golpes cada vez más rápido. ¿Vale la pena tratar de explicarle a un familiar que los políticos no pueden hacer lo que quieren, porque le deben obediencia a los grupos económicos que los pusieron en el poder, y al primer asomo de autodeterminación sus amos les arman una campaña de prensa (ya no se golpea las puertas de los cuarteles) y comienzan a correr los rumores y/o cadenas de mails, o empiezan a aparecer cadáveres, o recipientes con dinero inexplicable, o merca en el depósito del inodoro, o cacerolazos y escraches o menores embambinados? ¿Cómo aplicar la racionalidad cuando tus parientes amenazan con revolearte la conservadora de hielo si no estás de acuerdo con que Kirchner es el hombre más rico del país? ¿Y yo que sé? Uno no labura de investigador fiscal, ni tiene datos como para refutar esa catarata de pescado podrido. Como le pasaba a Cortázar, yo no sé mantener una discusión, porque lo que me interesa no es ganarla, sino descubrir dónde está la verdad de lo que me cuentan.
La única habilidad de la que me puedo vanagloriar es la de detectar patrones en datos, al parecer, inconexos. Y detecto que las conversaciones que escucho (en mi casa, en el trabajo, en el tren) tratan casi siempre estos tres temas: la delincuencia (ahora se le llama Inseguridad!), lo mal que está la juventud de ahora y los judíos. En serio, no sé cómo hacen, pero se acaba por hablar mal de los judíos o – en nuestro caso, como no tenemos negros – de los bolivianos. Combo mortal: jóvenes delincuentes bolivianos escondidos en una sinagoga! Interrogan al rabino Aarón Meyden!
Para muestra, basta un botón. Lo que sigue es una clásica charla familiar donde, en vez de hablar de las cosas que nos pasan a nosotros, caemos en una lamentable parodia de noticiero, y así sabemos (creemos saber) más de la desmesura del guardarropa de «la Cristina» que del nombre del vecino de enfrente.
Comensal 1: – A un conocido mío lo asaltó un negrito con una pistola y le sacó la camioneta.
Yo: – Si hubiera sido rubio no cambiaría mucho el resultado. ¿Por qué recalcás lo de negrito?
Comensal 1: – Porque esos villeros no van a ir a laburar, prefieren pegarte un tiro que…
Yo: Mmm… No es fácil manejar una pistola, menos para un pibe de 13 ó 14 años…
Comensal 2: ¿Qué? ¿Vos no los viste en ese informe de la tele? Disparan sin preguntar..!
Yo: – ¿Ustedes creen que es fácil matar a alguien de un disparo? ¿Apuntás, disparás y le pegás? ¡Que buena puntería, no? ¿Y es tan fácil conseguir una pistola?
Comensal 1: (rojo de indignación) Y claro! La consiguen fácil esos..!
Yo: ¿Dónde la consiguió ese chorrito? ¿Cómo se llama tu amigo? (mientras marco cada pregunta tomando un dedo de la mano, empezando con el pulgar). ¿Hubo testigos?
Comensal 3: (jocosamente) ¿A qué viene tanta pregunta?
Yo: a que el relato tiene la misma estructura que un cuento de fantasmas o del avistamiento de OVNIS: un conocido relata que le ocurrió tal cosa en tal lugar y no pudo hacer nada a causa del miedo. Y no hay evidencias que respalden sus dichos. Todo lo que me contás es incomprobable. Así que, como muestra del incremento de la inseguridad no sirv…
Comensal 1: (cada vez más rojo) ¿Vos decís que miento?
Yo: Todo el mundo puede mentir, conciente o inconcientemente. Tu amigo, pudo auto-robarse el vehículo para cobrar el seguro o porque atropelló a alguien…
Comensal 2: dejate de jodeeeer..!
Yo: ¿Vos decís que no puede pasar? ¿Que la toda gente que conocemos es honrada y los otros (peruanos, morochos) son todos criminales..? ¿Cómo crees que los secuestradores eligen a sus víctimas? ¿Quién pasa el dato sobre el jubilado que guarda dólares bajo el colchón? Siempre es algún conocido nuestro..!
Al final yo, que quería quedar al margen del conventillerío, terminé entrando como un caballo; nos enojamos todos, gritamos como energúmenos y todo por mi culpa. Porque no me resisto a contaminarme con la caca que despiden los «formadores de opinión». No puede ser que alguien diga algo sobre alguien en un medio informativo y ninguno de nosotros lo cuestione, sólo porque salió en un diario. ¿Cuántas veces se han publicado disparates por no chequear las fuentes?

A Alfred Bester le pasaba algo parecido con unas reuniones donde, invariablemente, los anfitriones proyectaban insoportables diapositivas de viajes, matizadas con anécdotas incomprobables. Harto de todo, tuvo una idea genial: comentó en voz alta sus dudas. Tras sugerir que la toma se había hecho en un acuario, se armó un toletole de órdago. Que se veía el reflejo del vidrio de la pecera, que si la cámara estaba o no bajo el agua, etc. ¿Se entiende? Por medio del absurdo, se le quitó importancia a una cuestión que no la tenía. Y empiezo a sospechar que la cosa debe ir por ahí, por la refutación absurda.
Hasta no hace mucho, Mariano Grondona citaba a Hegel, Spinoza o San Agustín para justificar a los Poderes de turno. Hoy, los formadores de opinión son Chiche Gelblung o Beto Casella: tanto ha bajado el nivel cultural de la población que los opinólogos no necesitan apelar al discurso concienzudo o la cita ejemplificadora, sino a una especie de burla socarrona, de humor ramplón y sobrador. Salvando las distancias, pasamos de Les Luthiers a Midachi (o a Corona, o a Torry, que es el Corona de los niños bien).
Resumiendo: esta época es propicia para la conducta «light». Podés estar en lo cierto y tener los puños llenos de verdades, pero está mal visto levantar la voz; un turro bien trajeado le cae mejor a la gente que un hombre de bien justamente indignado.
Por eso, pienso entrenarme en las más eficaces técnicas de distracción, releeré a Wilde, citaré a Chesterton, plagiaré por enésima vez a mi admiradísimo Groucho, me reiré fuertemente de cosas aún inexpresadas para cambiar de tema, y diré, como quien no quiere la cosa:
– Caballeros, esto me recuerda a…
Puede que sobreviva a las próximas fiestas de Fin de Año…

El Cuerpo y la Carne

Antes de entrar en tema, una pequeña digresión cronológica, pequeñas pistas:
1987: Clive Barker estrena «Hellraiser», película que explora el sadomasoquismo, la relación entre el dolor y el placer, y la moralidad de personajes sometidos al temor y a la tentación.
1988: Luis A. Spinetta edita «Tester de Violencia», una obra en donde, influido por Foucault, se insiste en la temática del alma como prisión del cuerpo, la represión y el castigo.
1995: David Fincher estrena «Se7en», un thriller psicológico en donde se persigue a un asesino en serie, literalmente a través de los cuerpos-mensajes que va dejando atrás.
1995: David Bowie edita «Outside», un oscuro ejercicio sobre el homicidio como hecho artístico. Bowie sospecha que la subcultura de las modificaciones corporales (tatuajes, escarificaciones, piercing, branding, automutilaciones, etc) son una especie de reemplazo del ritual cristiano. El primer corte de difusión, «The Heart’s Filthy Lesson» (La Inmunda Lección del Corazón) se incluye en la banda de sonido de Se7en.

Posiblemente sean datos inconexos, pero podrían servir como evidencias de esta «moda» que se inflitra en todos lados con su patético mensaje: el ser humano es mera carne.
Cualquier desfile de chicas es una exhibición de carne que luego, representante/proxeneta mediante, será consumida por gente acostumbrada al sabor de la carne joven, fresca. En este caso, la mujer -y también el hombre, aunque en menor grado- no son personas, sino solamente partes corporales, juguetes para nuestras culposas fantasías. Pero las hay peores…
Películas como Hostel o la saga de Saw (El Juego del Miedo) muestran con todo lujo de detalles escenas de tortura y mutilaciones. El periodista David Edelstein bautizó a este subgénero «torture-porn». Las multitudes corren a verlas a los cines, creyendo ver pelis de terror. Y lo son, pero en el peor sentido.
Vivo en Argentina. La tortura de un ser humano no me parece un espectáculo. 1976 no pasó hace tanto.
Si esto se limitara al cine, uno podría decirse: «no pienso ir a ver esa atrocidad.» Pero hay escenas en series como 24 o The Shield donde se muestran actos de crueldad innecesarios: en una aviso de ésta última, se mostraba como inmovilizaban a un tipo calzándole un neumático, luego lo rociaban con combustible y le prendían fuego. Y esto se me cuela en la pantalla sin que yo lo pida.

Los humanos aprendemos actuando por imitación. Dios no permita que, con estos macabros y oportunistas ejemplos, estemos haciendo escuela y formando la nueva camada de sádicos torturadores del futuro.

El Cuerpo y la Carne

Antes de entrar en tema, una pequeña digresión cronológica, pequeñas pistas:
1987: Clive Barker estrena «Hellraiser», película que explora el sadomasoquismo, la relación entre el dolor y el placer, y la moralidad de personajes sometidos al temor y a la tentación.
1988: Luis A. Spinetta edita «Tester de Violencia», una obra en donde, influido por Foucault, se insiste en la temática del alma como prisión del cuerpo, la represión y el castigo.
1995: David Fincher estrena «Se7en», un thriller psicológico en donde se persigue a un asesino en serie, literalmente a través de los cuerpos-mensajes que va dejando atrás.
1995: David Bowie edita «Outside», un oscuro ejercicio sobre el homicidio como hecho artístico. Bowie sospecha que la subcultura de las modificaciones corporales (tatuajes, escarificaciones, piercing, branding, automutilaciones, etc) son una especie de reemplazo del ritual cristiano. El primer corte de difusión, «The Heart’s Filthy Lesson» (La Inmunda Lección del Corazón) se incluye en la banda de sonido de Se7en.
http://www.youtube.com/v/BLbxeY5y_xU&rel=1
Posiblemente sean datos inconexos, pero podrían servir como evidencias de esta «moda» que se inflitra en todos lados con su patético mensaje: el ser humano es mera carne.
Cualquier desfile de chicas es una exhibición de carne que luego, representante/proxeneta mediante, será consumida por gente acostumbrada al sabor de la carne joven, fresca. En este caso, la mujer -y también el hombre, aunque en menor grado- no son personas, sino solamente partes corporales, juguetes para nuestras culposas fantasías. Pero las hay peores…
Películas como Hostel o la saga de Saw (El Juego del Miedo) muestran con todo lujo de detalles escenas de tortura y mutilaciones. El periodista David Edelstein bautizó a este subgénero «torture-porn». Las multitudes corren a verlas a los cines, creyendo ver pelis de terror. Y lo son, pero en el peor sentido.
Vivo en Argentina. La tortura de un ser humano no me parece un espectáculo. 1976 no pasó hace tanto.
Si esto se limitara al cine, uno podría decirse: «no pienso ir a ver esa atrocidad.» Pero hay escenas en series como 24 o The Shield donde se muestran actos de crueldad innecesarios: en una aviso de ésta última, se mostraba como inmovilizaban a un tipo calzándole un neumático, luego lo rociaban con combustible y le prendían fuego. Y esto se me cuela en la pantalla sin que yo lo pida.

Los humanos aprendemos actuando por imitación. Dios no permita que, con estos macabros y oportunistas ejemplos, estemos haciendo escuela y formando la nueva camada de sádicos torturadores del futuro.

¿La Pata o el Ala?

¿Cuántas veces nos sorprendemos afirmando cosas que no sabemos cuál es su origen? ¿De dónde viene aquella prohibición de comer sandía con vino tinto? No se sabe. Pero, como se lo escuchamos decir a nuestros mayores, lo repetimos ingenuamente.
Este tipo de concepto o «meme» ha probado ser muy resistente, y se propaga de generación en generación, casi sin cambios.
Es impresionante como, planteado un tema cualquiera, saltamos con uno de estos conceptos sin siquiera pensarlo. Para mejor entender el mecanismo, daré algunos ejemplos: primero la frase-detonadora, y luego la respuesta-refleja. Agárrense de las manos….

  • Frase: …. y sí, hay mucho robo, mucha inseguridad…
  • Respuesta: Con los militares estábamos más seguros!
  • F: Parece que violaron a una chica detrás de la estación…
  • R: Habría que agarrarlo al tipo y cortarle la p***, para que aprenda..! (1)
  • F: Qué manera de llover, eh?
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!
  • F: Che, que calor que hace..!
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!
  • F: A pesar que estamos en septiembre, todavía está fresco…
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!

Y así hasta la náusea. Una variante de este mecanismo es la propagación incontenible de pseudo-micro-polémicas:
– ¿A quién votás? ¿Fangio o Maradona?
– ¿Qué? (yo, con cara de otario).
– ¿A quién votás? ¿A Fangio o a Maradona? Dále, elegí…
(Aclaración: hay un programa de TV llamado «El Gen Argentino» en el que se invita a la gente a votar a diversas personalidades históricas, para resolver quién nos representa como argentino). A esta altura, soy preso de una santa cólera, y comienzo a insultar a los ancestros del interrogador, y también a éste. ¿Puede ser que cualquier pe**tudez que se difunda por la tele tenga que ser imitada en la vida real? ¿No hay temas de conversación?
¿Braden o Perón?¿Laica o gratuita?¿Liberación o dependencia? Bueno, esto tenía más tela como para una discusión, pero… ¿San Martín o Belgrano? ¿Porqué no terminamos de arruinar la velada y proponemos nuevas antinomias?

  • ¿Quién es más rápido: Flash o Superman?
  • ¿Quién es más fuerte: Hulk o La Masa?
  • ¿Quién se la banca más: Viloni o Rulo Verde?
  • ¿Quién es más malo: Lex Luthor o Kingpin?

No hay temas de conversación. Siempre se le reprochó a la televisión que anulara la charla familiar; yo creo que ése es su gran mérito. Las conversaciones en la mesa siempre han sido versiones caseras del noticiero (sombra de una sombra). Y nosotros, los escuchadores de todo, sólo tenemos una duda: ¿nos tiramos bajo un tren, o nos ahorcamos?

(1) Antiguamente, la idea de mutilación genital como castigo era más aprobada por las mujeres que por los varones, quienes se inclinaban por una Ley de Talión («sabé’ como le van a dar a ése en la cárcel, no? Je, je…»). Hoy se escucha más a hombres hablando de castración (lo que debería ser antinatural, no?).

>¿La Pata o el Ala?

>¿Cuántas veces nos sorprendemos afirmando cosas que no sabemos cuál es su origen? ¿De dónde viene aquella prohibición de comer sandía con vino tinto? No se sabe. Pero, como se lo escuchamos decir a nuestros mayores, lo repetimos ingenuamente.
Este tipo de concepto o «meme» ha probado ser muy resistente, y se propaga de generación en generación, casi sin cambios.
Es impresionante como, planteado un tema cualquiera, saltamos con uno de estos conceptos sin siquiera pensarlo. Para mejor entender el mecanismo, daré algunos ejemplos: primero la frase-detonadora, y luego la respuesta-refleja. Agárrense de las manos….

  • Frase: …. y sí, hay mucho robo, mucha inseguridad…
  • Respuesta: Con los militares estábamos más seguros!
  • F: Parece que violaron a una chica detrás de la estación…
  • R: Habría que agarrarlo al tipo y cortarle la p***, para que aprenda..! (1)
  • F: Qué manera de llover, eh?
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!
  • F: Che, que calor que hace..!
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!
  • F: A pesar que estamos en septiembre, todavía está fresco…
  • R: Es el efecto invernadero, están arruinando el planeta..!

Y así hasta la náusea. Una variante de este mecanismo es la propagación incontenible de pseudo-micro-polémicas:
– ¿A quién votás? ¿Fangio o Maradona?
– ¿Qué? (yo, con cara de otario).
– ¿A quién votás? ¿A Fangio o a Maradona? Dále, elegí…
(Aclaración: hay un programa de TV llamado «El Gen Argentino» en el que se invita a la gente a votar a diversas personalidades históricas, para resolver quién nos representa como argentino). A esta altura, soy preso de una santa cólera, y comienzo a insultar a los ancestros del interrogador, y también a éste. ¿Puede ser que cualquier pe**tudez que se difunda por la tele tenga que ser imitada en la vida real? ¿No hay temas de conversación?
¿Braden o Perón?¿Laica o gratuita?¿Liberación o dependencia? Bueno, esto tenía más tela como para una discusión, pero… ¿San Martín o Belgrano? ¿Porqué no terminamos de arruinar la velada y proponemos nuevas antinomias?

  • ¿Quién es más rápido: Flash o Superman?
  • ¿Quién es más fuerte: Hulk o La Masa?
  • ¿Quién se la banca más: Viloni o Rulo Verde?
  • ¿Quién es más malo: Lex Luthor o Kingpin?

No hay temas de conversación. Siempre se le reprochó a la televisión que anulara la charla familiar; yo creo que ése es su gran mérito. Las conversaciones en la mesa siempre han sido versiones caseras del noticiero (sombra de una sombra). Y nosotros, los escuchadores de todo, sólo tenemos una duda: ¿nos tiramos bajo un tren, o nos ahorcamos?

(1) Antiguamente, la idea de mutilación genital como castigo era más aprobada por las mujeres que por los varones, quienes se inclinaban por una Ley de Talión («sabé’ como le van a dar a ése en la cárcel, no? Je, je…»). Hoy se escucha más a hombres hablando de castración (lo que debería ser antinatural, no?).

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