Terremotos. Tsunamis. Trombas marinas. Tormentas Perfectas. Plagas y enfermedades nuevas. Señales que anuncian un Apocalipsis inminente. El fin del mundo (o del mundo según lo conocemos, que no es lo mismo) pareciera estar a la vuelta de la esquina, y nosotros no sabemos bien qué hay que hacer. Cómo conducirse, digo.
Para no quedar como un perfecto imbécil aullante y desorientado, desde este espacio proponemos algunos consejos y medidas a tomar, no sea cosa que la Fin del Mundo nos alcance (y yo con estas mechas!).

Amor Fati
El formato «reality» televisivo nos ha enseñado que hay que mostrar los sentimientos en cámara. Así, en un documental del Discovery Channel sobre la iguana rayada del Cáucaso veremos un primer plano del conductor llorando emocionado por una puesta de sol, o nos enteraremos de que el camarógrafo se tira pedos dentro de la carpa, haciendo muy difícil la convivencia del equipo. Bien, un verdadero superviviente no llora en cámara jamás, aunque se le esté derritiendo un glaciar sobre la cabeza. Sonreirá irónicamente, dirá alguna frase ingeniosa y, con una actitud espiritualmente elegante, aceptará (o no) su destino final. Al igual que los músicos del Titanic, nos arreglaremos el frac y seguiremos con lo nuestro. No sea cosa que no sea EL fin del mundo y pasemos a la historia como unos sujetos pusilánimes y plañideros.

Homo Ludens
Dice el refrán que la necesidad es la madre de la inventiva. Ya que esta nave se va al garete, no estaría mal apelar al cacumen para disfrutar el poco tiempo que nos queda. Organización de eventos masivos, propuestas de nuevas religiones, anuncios sobre nuevas formas de goce (del que quieran) ayudan a salir de ese malsano círculo de noria de los informativos actuales. ¿Qué mejor para terminar la vida que apagar la tele y salir a jugar a la escondida con miles de participantes?

Carpe Diem
¿Qué es lo que sabemos de los fantasmas? Que son las almas de los que tienen cuentas pendientes aquí en la Tierra. Que es lo que nos pasaría si dejáramos todo para mañana y sobreviniera la hecatombe. Entonces, si no queremos pasar la eternidad tratando de completar la colección de estampillas, arreglar aquella lámpara que encendía de a ratos o llamar a ese viejo conocido del Liceo para ver si aún vive, conviene dejar todo terminado, listo y organizado para la Mudanza Final. Manos a la obra y armemos una lista de proyectos pendientes.

Finale
Si, a pesar de todos nuestros recaudos, el Armageddon nos pilla de sorpresa y con las patas sin lavar, no nos dejemos ganar por el pánico. Si una cosa aprendimos de Hollywood, es que nada nos pasará a menos que le mostremos a alguien la foto de nuestra familia…